martes, abril 04, 2006

"to hire seats"

Per llogar-hi cadires el divertidíssim article de Màrius Serra a La Vanguardia.
El copio integre.


'To dream omelettes'

LOS SABERES no pueden venderse como productos de consumo: no sólo cuestan dinero

MÀRIUS SERRA - 04/04/2006
Una resolución judicial acaba de dar la razón a los alumnos en el caso de las academias de idiomas que cerraron hace tres cursos, dejándolos sin clases pero con un recibo mensual por pagar. La noticia coincide con la publicación de To dream omelettes / Somniar truites (La Magrana), un libro juego desternillante de Jordi Boixadós y Oriol Comas que calca frases hechas catalanas en un inglés digno de tales academias.

Casi todos los estudiantes matriculados en Opening English y similares se acogían a un plan de financiación. Es decir, creían firmar una matrícula y en realidad contrataban préstamos bancarios. La academia cobraba, y ellos, sin darse cuenta, pasaban a engrosar la lista de clientes de una entidad financiera. Para describir la secuencia de los hechos que ahora llegan a su fin, digna de Groucho Marx, son muy útiles las burdas frases inglesas que nos sirven Boixadós y Comas. Veamos: ciudadano acomplejado porque no sabe ni pedir la hora en inglés topa con un anuncio que le atrae (flowers and violets); tres conceptos le llaman la atención: a) método infalible (oil in a lamp),b) sin horarios fijos (it´s the pear!),c) sin esfuerzo (whoday passes, year pushes);esa misma tarde se persona en la sucursal que le cae más cerca de casa (for to go making mouth);un alud de sonrisas y ordenadores le convencen de que esta vez yes (what a good roll!);todo huele a infalible, a informática y a guisos de Juan Palomo (ahead the torches!); le parece que hará un gran negocio: mejorará laboralmente y podrá viajar (to make the August);total, que firma por todo el curso sin leer la letra pequeña (it´s late and it wants to rain);los primeros días asiste a la academia con ilusión (I am passing it pipe);pronto le invade un cierto escepticismo, pero aun así, sigue amorrándose al ordenador y a los auriculares (the procession goes by inside); un buen día lee que su academia ha cerrado (I shit on the milk); le parte el curso por el eje, pero siente un cierto alivio (to hide the egg);otra provatura fallida, como el gimnasio, el taichi o el feng shui (to give pumpkin); a final de ese mes también le llega el recibo (what peppers!); se indigna, porque la academia cerró a mediados, pero le da pereza quejarse (paying, saint Peter sings); lo malo es que el mes siguiente se lo vuelven a cargar (we will stop crazy); y cada mes, porque la academia ya cobró y ahora la entidad financiera recupera el crédito (a case likea basket). En teoría, la ley 7/ 1995, de 23 de marzo, de crédito al consumo así lo permitía (air, that means wind). La reciente sentencia que suspende esos absurdos recibos termina con esta flagrante injusticia (the broccoli is finished!). Este fraude a un grupo de consumidores deseosos de dominar el inglés pone al descubierto uno de los grandes peligros educativos de nuestra sociedad: los saberes no pueden venderse como si fueran productos de consumo, entre otras cosas porque no se compran sólo con dinero. Se adquieren con una combinación de esfuerzo, aptitudes y tiempo en proporciones variables: with two ovaries, vamos. Más de un ofertón de másteres universitarios debería aplicarse el cuento si no quiere to arrive at said masses. Soñemos tortillas. Si no lo hacemos, nunca sabremos de dónde sacar los huevos.


MariusSerra@verbalia.com